lunes, 23 de abril de 2012

21 de Abril de 2012. Texto por Borja Crespo.

¿QUEDAMOS EN MADRID COMICS?

Me piden que escriba algo sobre mi librería de tebeos favorita, situada en Madrid. Encantado. Para mi no es solamente una tienda de cómics. Es mucho más. Es Madrid. Mi Madrid.

De adolescente, cuando todavía quedaba lejos mi marcha a la capital, aunque como idea ya se agitaba tímidamente en mi cabeza, y el virus de las viñetas me había agarrado bien fuerte sin posibilidad de curación, la gozaba especialmente cuando viajaba con mis padres por vacaciones rumbo al sur y en nuestra ruta en coche tocaba pararse, a veces más de un día, en la ciudad de los sempiternos bocatas de calamares, los tristemente desaparecidos carteles de cine gigantes pintados a mano, las tascas a reivindicar - con la que está cayendo-, las tortitas del Vips ahogadas en caramelo y las miles, millones, de tiendas de tebeos. Por aquel entonces no existía internet, frase que dice mucho, sobre todo acerca de mi edad, con lo cual cierto material extraño, difícil de encontrar, novedoso, rompedor o de coleccionista irredento, solamente lo podía adquirir aprovechando al máximo mi peregrinación de establecimiento en establecimiento en mi visita a Madrid. Cuanto más fugaz era la parada en el camino, más se disparaban mis nervios. En mi labor arqueológica, nada podía escaparse. Nada. ¡Historietas a mi!

Evidentemente, Madrid Comics era una cita obligada. ¿Por qué no existía un oasis cultural así en Bilbao?* Un manantial de vida creativa, ¡un océano de sapiencia entre viñetas! Allí encontraba siempre fanzines de variado pelaje que inyectaban sangre fresca, y nunca mejor dicho, en mi córtex. Ni se me pasaba por la imaginación que precisamente esos panfletos, editados por amor al arte, iban a abrir mi mente y enseñarme un mundo increíble de posibilidades. La mejor escuela**. Tampoco pensaba, ni por asomo, que iba a vivir más de una década -hasta la fecha- a pocos metros de mi librería de cabecera, por la que me dejaba ver casi todos los días, con o sin motivo, los primeros años de mi vida en la capital. Buscaba tesoros. Esperaba toparme con mis autores favoritos, también clientes. Pasé a vender mis propios fanzines, mi obra, en ese lugar que idolatraba.

Cuando llegué a Madrid, me trataban mejor que en ningún otro antro de intelectuales. Un paraíso para el aficionado al arte secuencial. La vida. No tardé mucho en tomar la decisión de no pisar ninguna otra librería, nunca más, salvo por causas de fuerza mayor: alguna presentación, esa novedad agotada que ansiaba tener, recoger los fanzines distribuidos a mano… Madrid Comics ya me daba lo que necesitaba. Mi droga. Mi religión. ¿Para qué buscar más? ¿Para qué traicionarla?

Madrid Comics se convirtió en un centro neurálgico esencial, en un punto de encuentro vital en mi existencia en Madrid. Era más que una librería que despacha mis pasiones. Lo sigue siendo. Es habitual encontrarte con amigos tras su puerta, con gente que admiras, con fans inesperados… Es un lugar perfecto para juntarse con el personal. “¿Quedamos en Madrid Comics?” es una de las frases que más he pronunciado en mis últimos años de vida. No falla como lugar de encuentro.
¡Cuánta gente he conocido en tan magno sitio que ahora son compañeros de fatigas!

Quedadas que han acabado en comidas inmortales, en juergas imposibles, en momentos inolvidables, en… uf…

¿Quedamos en Madrid Comics?

Notas: *Estaba la librería Universal, que en paz descanse, pequeña pero matona, y alguna más apuntaba maneras, pero no era tan sublime. **Apología de la grapa y la fotocopia, los fanzines me han hecho lo que soy, profesionalmente hablando.

- Borja Crespo - Nos vemos en Madrid Comics

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